Estamos casi a finales de otoño y antes de que el invierno haga acto de
presencia con las consiguientes bajadas en las temperaturas, mi compañera para
este viaje, Mercedes y un servidor, hemos preparado una interesante ruta
circular acompañados por nuestras queridas alforjas. Nos esperan 2 días en los
que pedalearemos de una forma relajada por varias de las tranquilas y poco
transitadas carreteras (A420 – A3101 - CO 5101) que discurren por algunas de
las entrañas del Parque Natural Sierra de Cardeña y Montoro (Córdoba). Completaremos
nuestro recorrido visitando los cercanos pueblos de Villa del Río y Montoro
pertenecientes a la Mancomunidad del Alto Guadalquivir, deteniéndonos en ellos
para tratar de conocerlos un poco mejor.
El Parque natural Sierra de Cardeña y Montoro se
encuentra en la parte noroeste de la provincia de Córdoba. Es un lugar único y posee un ecosistema capaz de albergar especies tan emblemáticas de la fauna
ibérica como lobo, lince y águila imperial. El significado de “sostenibilidad” toma aquí un
protagonismo muy importante, demostrando no sin esfuerzo, que naturaleza y
seres humanos pueden convivir e interaccionar sin producirse alteraciones que
puedan afectar de forma negativa a la parte más sensible, que son la fauna y la
flora que albergan los bellos parajes de la sierra que conforma el parque
natural.
Este cuidado espacio natural es un auténtico paraíso, donde
la naturaleza brilla con mayúsculas en armonía y equilibrio con las acogedoras
gentes que pueblan los blancos, tranquilos y apacibles pueblos localizados
dentro del parque, Azuel (Puerta de Andalucía), Cardeña y Venta del Charco. Sin
duda alguna, este es un lugar perfecto para escaparse, relajarse, disfrutar y
desconectar de la rutina diaria.
Tras esta corta pero argumentada presentación y teniendo en
cuenta lo comentado anteriormente, te hago una pregunta. ¿Si todavía no conoces
este mágico rincón de Sierra Morena, a que esperas?
¡El parque y sus pueblos te esperan!CRÓNICA:
1ª Etapa : Cardeña – Villa del Río – Molino La Nava
Recorrido Vista Satélite
9 de diciembre de 2016:
La mañana amanece con el cielo despejado, parece que la
climatología nos va a regalar un día espléndido. Tras preparar los últimos
detalles en nuestro equipaje, comenzamos nuestra pequeña escapada. Iniciamos
nuestra ruta desde Cardeña, nuestro bello y querido pueblo. La Plaza de la
Independencia Local, auténtico centro neurálgico del pueblo, será testigo de
nuestra partida. Como en muchas otras ocasiones, este es el escenario perfecto
para tomar la primera fotografía con el ayuntamiento vigilándonos de fondo. Y
como casi siempre que miro al ayuntamiento me viene a la cabeza, la imagen de mi
padre trabajando en la construcción de su elegante torre hace ya algunos años.
Volviendo al presente, Cardeña es un tranquilo municipio
donde el viajero siempre es bienvenido y recibe una cariñosa acogida por parte
de los vecinos, su número está en torno a los 1000. Su gastronomía basada en
productos ibéricos, en el que destaca por encima de todos el lechón, es otra de
las poderosas razones para visitar este interesante enclave cordobés. Pero
además de esto, Cardeña cuenta con muchas más sorpresas que esperan a ser
descubiertas por todo aquel visitante que se anima a descubrirlas,
paseos de senderismo, rutas en bici ó a caballo, tradiciones, fiestas y muchas
cosas más. Y todo siempre rodeado de naturaleza.
Bueno, pues después de tomar la primara imagen para el
recuerdo del día, iniciamos la marcha y abandonamos Cardeña dirección a Venta
del Charco tomando la carretera
A 420, pero antes realizamos una breve visita al Centro
de visitantes Venta Nueva. Estas instalaciones son un completo centro de
interpretación del Parque Natural en el que se puede encontrar la información
necesaria para conocerlo un poco mejor.
Retomamos la marcha, todavía nos parece mentira que vayamos
a pasar varios días pedaleando sin niños y encima por estas bonitas tierras
cordobesas. ¿Qué más se puede pedir?
Circulamos tranquilamente y apenas cubierto el primer kilómetro del día,
una ardilla sale a nuestro encuentro. Este es un primer síntoma y un buen
termómetro para comprobar el estado en el que se encuentra la naturaleza de la
zona. Nos alegra ver su alegre carrera adornada con el bonito movimiento de su
pomposo rabo al correr.
Sin apenas tiempo para haber asimilado que nuestra pequeña
y esperada aventura ha comenzado, llegamos a Venta del Charco donde paramos a
tomar un café en un ambiente muy tranquilo, como en muchas otras ocasiones, en
el “Bar El Niño”.
Venta del Charco es una pequeña pedanía perteneciente a
Cardeña y cuenta con alrededor de 200 habitantes, donde se registra el índice
pluviométrico más alto de la provincia de Córdoba debido a la altura a la que
se encuentra y al relieve que rodea a este tranquilo pueblo, donde durante
aproximadamente 100 días al año se registran precipitaciones que ayudan a que árboles como el roble melojo, encuentren aquí un clima idóneo para
echar raíces y crecer, siendo este pequeño rincón el único lugar de la
provincia donde se pueden encontrar.
Sin duda alguna es el lugar ideal para cualquier viajero que
busque paz y tranquilidad alejado del
mundanal ruido. A parte de todo esto, para Merce y para un servidor, Venta del
Charco es un lugar muy especial y con un encanto particular, ya que fue allí
donde me declaré y le pedí salir hace ya más de 20 años. Parece que fue ayer
pero ya ha llovido y más aquí, como ya hemos visto antes (20 años X 100 días de
lluvia al año = 2000 días de lluvia). ¡Total nada!
Tras recordar los comienzos de nuestra historia, proseguimos
nuestro camino dejando poco a poco Venta del Charco atrás y comprobando que las
encharcadas cunetas son un fiel reflejo de alto índice de lluvias que se
registran por aquí y que ya hemos comentado con anterioridad.
Y así llegamos al Alto de Españares donde comienza el
termino municipal de Montoro.
Descubrimos con sorpresa el colorido del que hacen gala los
madroños, que en esta época del año están engalanados con sus sabrosos frutos,
a los que Merce no se puede resistir.
Sin más, nos dejamos caer tendidamente disfrutando del largo
descenso y de los bellos paisajes que esta bonita sierra nos regala.
Llegamos al cartel que anuncia al viajero la llegada al
Parque Natural. En él, un lince ibérico, el felino más amenazado del planeta da
la bienvenida a todos los visitantes.
En la actualidad se cree que son menos de 200 ejemplares los que sobreviven en la península ibérica, repartidos entre la zona de Doñana y la zona Andujar y Cardeña. Gracias al proyecto “Life Lince” aprobado por la Comisión Europea se está trabajando entre otro objetivos, para alcanzar a final de año una población de al menos 70 hembras territoriales en Sierra Morena, 50 de ellas en las sierras de Andujar y Cardeña. Este es uno de los motivos que hace que esta sierra sea un lugar fascinante e increíble ¡Estoy seguro que este gran reto será conseguido!
Después de una pequeña parada, retomamos nuestro viaje abandonando el Parque y circulando ya fuera de sus límites, camino de Villa del Río. El paisaje ha cambiado y ahora circulamos por entre un mar de olivares. Los olivos y sus engordadas aceitunas se hacen dueñas de este terreno.
Poco antes de llegar a Villa del Río, la carretera por la que circulamos salva el río Guadalquivir ayudada por el Puente de los 3 ojos ó Puente de hierro, que curiosamente fue diseñado por el ingeniero francés Alexander Gustave Eiffel, el mismo que se encargó del diseño de la famosa Torre Eiffel de París.
Tras cruzar el puente, nos encontramos a las puertas de
Villa del Río, pueblo en el que detendremos la marcha para intentar conocer
algunos de sus rincones más interesantes.
El pueblo cordobés de Villa del Río nace tras la reconquista
cristiana como una pequeña aldea que se fue conformando alrededor de su
castillo, construido por los musulmanes durante sus años de hegemonía en la
península ibérica y que fue tomado por el rey Fernando III antes de lanzarse a
la toma de Córdoba. La fertilidad de sus tierras regadas por el cercano
Guadalquivir hizo que poco a poco el pueblo fuera creciendo en extensión y en
habitantes, llegando en la actualidad a superar los 7.400 vecinos.
Un ilustre personaje de este pueblo fue el popular y ya
desaparecido Don Matías Prats (padre), un verdadero maestro de la radio y la
comunicación, al cual se le ha dedicado un museo que está situado en el
pabellón polideportivo municipal y que visitaremos posteriormente.
Iniciamos nuestra visita a Villa del Río buscando El puente romano sobre el Arroyo Salado. Este antiguo puente que se encuentra muy cercano a la autovía A4, casi en el límite con la provincia de Jaén, cuenta con más de 2000 años a cuestas. Formaba parte de la Vía Augusta que era la calzada romana más larga de Hispania con una longitud aproximada de 1.500 km uniendo los Pirineos con Cádiz. El puente presenta un estado de conservación magnífico.
A continuación nos dirigimos hacia el centro urbano, más concretamente a La Plaza de la Constitución donde se encuentra el Ayuntamiento. La casa consistorial se aloja en el interior de lo que era el antiguo castillo de Villa del Río. Dos torreones levantados a ambos lados del edificio todavía dan fe de la primitiva función para la que se construyó esta fortaleza.
Cerca del Ayuntamiento encontramos también la Iglesia de la
Inmaculada Concepción, de la que destaca su llamativa y gran torre. Callejeando un poco por los alrededores también encontramos varias casas
señoriales que llaman nuestra atención.
Poco a poco nuestra visita a Villa del Río va llegando a su
fin y es hora de tomar nuevo rumbo. Nos dirigimos ahora por las carreteras
locales CO-5103 y CO-5102 hacía el cercano Santuario de la Virgen de la
Fuensanta del Valle (Montoro). Parece ser que este fue el lugar donde la Virgen
se le apareció a un vaquero del cercano pueblo de Marmolejo. Tal hecho hizo que
se levantara esta bonita ermita, donde cada último domingo del mes de abril los
vecinos de Montoro celebran allí su romería.
La jornada ciclista está siendo muy entretenida y
enriquecedora pero a estas alturas del año, anochece muy temprano y va siendo
hora de buscar un lugar donde descansar y pasar la noche. El lugar elegido será
El Molino La Nava, que apenas dista un par de kilómetros de La Fuensanta, eso
sí, terreno en su mayoría ascendente y picando siempre hacia arriba. Este tramo
aunque asfaltado está señalizado como “Camino Rural – Puertas Nuevas la
Fuensanta”.
El Molino La Nava es una antigua almazara restaurada con
mucho gusto, conserva sorprendentemente toda la maquinaria original en el salón
de su comedor y ha sido transformado en un agradable y cuidado alojamiento
rural donde el trato recibido es inmejorable. Además dispone de una piscina que
se encuentra abierta durante todo el año ¡Lástima que estemos en diciembre y
nos tengamos que quedar con las ganas de darnos un chapuzón!
El Molino, hoy será nuestra dulce morada y nos ayudará a
descansar y recuperar fuerzas para estar frescos al día siguiente.
Recorrido Vista Satélite
10 de diciembre de 2016:
Tras avistar los primeros rayos de sol que tenuemente se
adentran en nuestra habitación y a las 8:00 h. con una puntualidad exquisita
comenzamos a oír el canto y la algarabía de cientos de pajarillos que
refugiados en una enredadera que adorna y da colorido al patio de la molina,
parecen decirnos a modo de coro que ya está bien de dormir.
Después de dar cuenta de un delicioso desayuno molinero en
un ambiente muy tranquilo y sosegado, organizamos de nuevo el equipaje. Las
alforjas ya están preparadas y deseando continuar sumando kilómetros.
Es hora de partir y lo hacemos dirigiéndonos hacia el
cercano Montoro. Como en el día anterior circulamos por tranquilas carreteras y
con escaso tráfico. Casi sin darnos cuenta hemos llegado a esta localidad.
Montoro esta mañana nos recibirá con una invitada no deseada, la niebla.
Montoro es un pueblo con una larga historia ya que se han
encontrado estructuras arquitectónicas y ajuares funerarios de los años
4500-5000 a. C.
Diferentes son los moradores que han pasado por aquí, fenicios, griegos, cartagineses y tomando una notoria presencia los romanos.
Más tarde llegarían los musulmanes que estuvieron asentados 5 siglos y
finalmente al igual que pasara en Villa del Río, Montoro sería reconquistado
por Fernando III el Santo en 1238.
En la actualidad este pueblo cordobés del que dependía
Cardeña hasta su independencia en el año 1930, cuenta ya con cerca de 10.000
habitantes.
Buscando en la historia de Montoro me llama la atención el
comportamiento de sus vecinos durante la invasión napoleónica y que
les valió para que el rey Fernando VII les otorgase el título de "Muy
Noble, Leal y Patriótica Ciudad de Montoro". Tras conocer los
habitantes de Montoro los abusos cometidos por los franceses en la ciudad de
Córdoba, decidieron una estrategia de engaño, haciendo creer a los franceses
que eran bien recibidos, para después terminar con cuantos pudieron. Varias
fueron las ocasiones en las que repitieron esta estrategia con el resultado de
que Montoro fue el único punto independiente en toda España que los franceses
dejaron en su retaguardia.
Otra de las curiosidades que descubro de Montoro es que unos
de sus personajes ilustres, el cura párroco Fernando López de Cárdenas fue la
persona que en el año 1783 descubrió las pinturas rupestres de Peña Escrita, situadas
a 4 km de nuestro vecino pueblo de Fuencaliente (Ciudad Real), en pleno Parque
Natural del Valle de Alcudia y Sierra Madrona.
Pero bueno, aunque la historia de Montoro es muy
interesante, estoy seguro que tan interesante ó mas, será nuestro paseo por sus
empedradas y empinadas calles con el fin de conocer un poco mejor este bonito
pueblo acariciado por el Guadalquivir, algo que comenzamos haciendo cruzando el
Puente de las Donadas, construido en 1498 sobre el río y que une el pequeño
barrio de El Retamar con el núcleo urbano. Desde allí nos dirigimos a la
oficina de turismo para obtener información y recomendaciones que nos servirán
de ayuda en nuestra visita.
Tras abandonar la oficina de turismo es hora de tomar
relajadamente un café en una de las terrazas de la bella Plaza España mientras
aprovechamos para planificar nuestro itinerario turista por Montoro, siendo La
Iglesia de San Bartolomé y el Ayuntamiento testigos de ello .
Desde allí nos dirigimos a la peculiar Casa de las Conchas. Esta original vivienda está adornada tanto en su parte exterior, como en su parte interior por más de 45 millones de conchas provenientes de todos los rincones del planeta. Sin duda alguna, un auténtico símbolo de amor propio y una tarea titánica y admirable llevada a cabo por el ya fallecido Don Francisco del Río Cuenca durante los años 1960 a 2010. Durante nuestra visita a la casa, una de sus hijas nos cuenta que su padre trabajaba en el campo de sol a sol. Al regresar a casa continuaba trabajando en la colocación de las conchas. Recuerda ver trabajar a su padre hasta las doce de la noche, incluso más tarde en muchas ocasiones. La razón por la que Francisco comenzó a colocar las conchas por toda la casa fue evitar que su mujer tuviera que blanquear la vivienda periódicamente, como normalmente se hace en las casas de los pueblos andaluces.
Desde allí nos dirigimos a la peculiar Casa de las Conchas. Esta original vivienda está adornada tanto en su parte exterior, como en su parte interior por más de 45 millones de conchas provenientes de todos los rincones del planeta. Sin duda alguna, un auténtico símbolo de amor propio y una tarea titánica y admirable llevada a cabo por el ya fallecido Don Francisco del Río Cuenca durante los años 1960 a 2010. Durante nuestra visita a la casa, una de sus hijas nos cuenta que su padre trabajaba en el campo de sol a sol. Al regresar a casa continuaba trabajando en la colocación de las conchas. Recuerda ver trabajar a su padre hasta las doce de la noche, incluso más tarde en muchas ocasiones. La razón por la que Francisco comenzó a colocar las conchas por toda la casa fue evitar que su mujer tuviera que blanquear la vivienda periódicamente, como normalmente se hace en las casas de los pueblos andaluces.
Proseguimos nuestra visita y ahora le toca el turno a la
Iglesia de San Juan de Letrán situada en La Plaza de Jesús Nazareno. A pocos
metros encontramos el Museo del Aceite. En él se puede apreciar la importancia
del olivar para el pueblo de Montoro.
En la calle Corredera, realizamos una visita al pequeño
taller de artesanía del esparto de los hermanos Hidalgo. En la
actualidad ya son pocas las personas con las que cuenta este gremio. Una vez en
el interior nos quedamos maravillados con la cantidad de objetos que se pueden
elaborar de forma artesanal con este material.
Durante una distendida conversación con Ildefonso, alma de
este taller, nos explica que lleva toda su vida dedicada al esparto. Da gusto
oír la sabiduría que se desprenden en sus palabras, cargadas sin duda, de la
experiencia proveniente del paso de los años.
Para terminar nuestro recorrido por Montoro buscamos un
mirador desde donde poder tener una panorámica más completa del pueblo y por
supuesto de su río, el serpenteante Guadalquivir. Por suerte la niebla matutina
ha levantado dejando tras de sí unas vistas bellísimas y un día extraordinario.
Es mediodía y nuestra excursión por Montoro ha concluido
siendo hora de regresar a Cardeña. Con algo de pena abandonamos este bonito
pueblo que nos hubiera gustado ver con más calma, pero tenemos el handicap de
que los días en esta época del año son muy cortos y queremos evitar que la
noche nos sorprenda.
Así que ponemos de nuevo rumbo a la sierra abandonando
Montoro. Desde aquí y hasta casi llegados a Cardeña el terreno se complica un
poco ya que en su mayoría es ascendente. Circulando con alforjas esta
circunstancia se agudiza, si cabe, un poquito más.
Después de un pequeño descansillo en el que hay un tramo de
bajada, llegamos al Embalse del Arenoso. Es un joven embalse, construido en
2007 que regula las aguas del río Arenoso antes de unirse al Guadalquivir. En
sus aguas quedaron cubiertos los Baños del Arroyo Arenosillo inaugurados en
1838. Estos baños llegaron a ser un balneario de referencia nacional y sus
aguas eran sulfurosas, carbónicas, silíceas y magnésico-cálcicas, estando indicadas
para un gran número de dolencias y enfermedades. En su fachada se podía leer
una inscripción que indicaba: "BAÑOS DE ARENOSILLO, MEJORADOS EN BENEFICIO
DE LA HUMANIDAD DOLIENTE. AÑO 1838".
Al igual que los baños, varios viejos puentes construidos
con piedra de molinaza, como el Puente viejo de Arenosillo y el Puente viejo de
Arenoso quedaron sumergidos en las tranquilas aguas de este embalse. Ahora
estos puentes se han convertido en el refugio de espacies como el black bass
que junto con carpas, bogas y barbos habitan estas calmadas aguas, como también
hace la nutria.
Tras dejar atrás el embalse, el terreno comienza de nuevo a picar hacia
arriba. Esta ascensión la realizamos de forma lenta pero sin pausa hasta llegar
a la empinada rampa del cortijo de La Loma del Majano, en la que debido a su
importante pendiente no nos queda otro remedio que echar pie a tierra.
Al llegar al cortijo y tras un breve descanso retomamos la
marcha. El vuelo de varios grupos de buitres formados cada uno por decenas de
ejemplares llama nuestra atención.
Durante una parada para observarlos más detenidamente, cual
fue nuestra sorpresa al descubrir que a poca distancia de donde nos
encontrábamos, había otro grupo que descansaban posados en la copa de varios
árboles.
Posteriormente, terminada nuestra ruta, mi gran amigo José
Ramírez me explicará que algunos de esos grupos de buitres proceden de la
Sierra de Cazorla (Jaén) y aprovechando las corrientes de aire realizan el
camino de ida y vuelta en el mismo día recorriendo alrededor de 250 km sin
apenas esfuerzo.
Reanudamos nuestro camino circulando de nuevo dentro del
Parque Natural. El sol poco a poco comienza a dar avisos de que pronto
marchará.
Nuestra siguiente parada será en Los Muros, balcón
privilegiado para relajarse y deleitarse con las vistas que se abren ante
nuestros ojos de los barrancos y montañas de esta parte del Parque Natural.
Este lugar además de ser un palco privilegiado donde escuchar la berrea de los
venados a finales del mes de septiembre y en octubre, para un servidor es un
sitio mágico. La inmensidad y belleza del paisaje hacen que sienta mariposas en
el estómago cada vez que paso por allí, detengo la marcha y disfruto
calmadamente de unos instantes de paz y silencio.
Tras el breve alto en Los Muros, continuamos el camino de regreso a Cardeña en el que la carretera no cesa de ganar metros en altitud. Pronto comenzamos a disfrutar viendo ciervas a los bordes de la carretera ¡Qué maravilla!
Al pasar Mañuelas y con los últimos rayos de luz, la puesta
de sol nos regala una imagen espectacular. Esta anocheciendo y el campo rebosa
vida. Son incontables el gran número de ciervas y venados que inmóviles
observan nuestro paso, nunca antes habíamos visto semejante concentración.
Dejamos Mañuelas atrás, poco a poco nos vamos acercando al final, ya solo nos queda cubrir los últimos 8 km para llegar a Cardeña. Como veníamos temiendo durante los últimos kilómetros, la noche al final se nos ha echado encima siendo necesario colocar y encender los focos que llevábamos en el equipaje ¡menos mal que los habíamos echado por si acaso!
Tras pasar por el ventorrillo de La Vicenta nuestra
intención era realizar la última parada a la entrada de Cardeña, junto al
merendero situado en Los Pinos para hacer la última fotografía con la que
cerrar el pequeño reportaje fotográfico, como no podía ser de otra manera,
junto al cartel que recuerda el premio que se concedió a Cardeña por su belleza
en 1968 y del que los amantes de Cardeña nos sentimos tan orgullosos.
Finalmente optamos por suprimir esta parada, se nos ha hecho
demasiado tarde ya.
Termina así nuestra pequeño recorrido por el Parque Natural
Sierra de Cardeña y Montoro, dos días de inolvidables sensaciones, de sorpresas
inesperadas, donde nos olvidamos de un referencia que a diario rige nuestras
vidas, el dichoso tiempo y las odiadas prisas.
Estos días nos han dejado grabada muy profundamente la
sensación de que somos muy afortunados en poder disfrutar de este paraíso cada
vez que nos escapamos de la gran ciudad con destino a Cardeña, nuestro querido
pueblo.
En el capítulo de agradecimientos, en esta ocasión le toca el turno a
mi compañera de viaje y madre de mis hijos, Mercedes. Gracias a ella estos días
han sido el mejor regalo de cumpleaños que nunca había recibido. Y como no, a
la abuela Antonia, quien cuidó con mimo y mucho cariño de los pequeños de la
familia durante nuestra ausencia.
Por último y para terminar, como hice al principio de esta crónica, vuelvo a invitaros a todos aquellos que no conozcáis este particular
y sorprendente espacio natural de Sierra Morena a que lo visitéis y disfrutéis
de su entorno y de su gente.
Cardeña os espera con los brazos abiertos ¡Cardeña
Naturalmente!
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